miércoles, 28 de noviembre de 2012

Bloguear…


Te solazas, desahogas, sueltas la labia y la euforia, ejercitas el cerebro, a la vanidad alimentas y te sientes en la gloria.

Comienzas por la fachada, el llamado continente, decorándola con mimo, a sabiendas que la enjundia ha de circular por dentro, es decir, el contenido.

Eliges los ornamentos, la escritura, un buen encaje y demás aditamentos, y con maestría e ingenio vas recreando el paisaje.

Lo más arduo viene luego. Pues no siempre acude fácil aquello que te imaginas. Lo rumias, lo representas, lo percibes, lo presientes, pero hay veces que no llega por mucho que tú te empeñes.

Para los blogueros serios, el blog es fiel instrumento. Plasma alegatos, vituperios y demás predicamentos. Los hay que son literarios, otros que son artísticos y, si rascamos un poco, los hay hasta creativos.

El mío, ni adobo ni hechura tiene, pero me lo paso en grande. Bloguear es un estímulo, un juego, un placentero deporte para el contrito cerebro. Un remanso entre ajetreos.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Mentiras


Miento cuando digo que no miento, porque miento. La palabra es subversiva, se deforma cuando cruza el umbral del pensamiento.

Una vez cogido el vuelo, la mentira vuela presta, con ambages o sin ellos. Es excitante, libertina y follonera. Por medio de piruetas la mentira se apoltrona en la certeza.

Miento cuando me enfado, cuando río, cuando lloro, miento en cualquier momento y, por supuesto, soñando.

En este preciso instante, consciente soy de que miento, pues se opuso una descarga entre palabras y mente.

Pero hay mentiras sangrantes. Las dañinas. Las conscientes. Las que sirven de instrumento para atesorar favores. Las mentiras solapadas del Gobierno. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Deseo


Sobreviene un susurro; un temblor ligero; un sobresalto. La turbación se acelera. Intervalo de mieles y de goces. Sonidos y acordes de sirenas

Aflora un revuelo de emociones. Reclaman los besos su parcela y furtivas se deslizan las caricias. Vibran las pieles con el roce y los poros se colman de vapores.

El deseo avanza entre suspiros y el cuerpo se acomoda a los placeres.  Irrumpe el arrebato entre vahídos; entre gemidos, ayes y fluidos. Prorrumpe el delirio y la locura. Estalla el clímax.

Se estremece el cuerpo complacido en una fatiga dulce adormilada.

El deseo es deleite; es apetito; es fiebre que acapara los sentidos.
Es regazo.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Pensar…


Sorteando vaguedades y flaquezas, y lidiando con el tiempo, accedo renqueante al pensamiento tratando de limpiarlo de asperezas.

Darle vueltas a una idea, a una duda, a un problema. O darle forma a un poema. Todo requiere de esfuerzo en el devenir pensante. Pues sin riendas es cargante el pensamiento.

Parto de la nada y a caminar comienzo. Continúo dando pasos. Y si el camino se atasca, doy un pequeño rodeo y logro ir avanzando. Es difícil abstraerse.

Hay que iniciar un bosquejo; ir trazando nuevas líneas hasta vislumbrar la imagen, el perfil, los rasgos o la vestimenta de lo que el asunto trate. Y si no desfallecemos, ponerle al presunto un marco.

Las neuronas, mientras tanto, en usufructo viviendo y en su feudo, se implican con denuedo en la tarea.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Sombras


La oscuridad me golpea y extenúa. Si tropiezo con el grito de algún texto. Si es lóbrego, laberíntico o barroco. Si perdida entre brumas no me encuentro. Doy media vuelta y me alejo buscando respirar en otro entorno.

Si es arte o es misterio lo que anhelo, no me irritan los bordados. No me estorban volantes, ni caireles. No me sobran los adornos ni corpiños si engrandecen la prosa o el verso.

Mas si enturbia de sombras su contorno; si retumba; si la niebla lo moldea; desvío mis ojos hacia el claro buscando un aire limpio de impurezas.

No soporto lo confuso, la broza, lo abrupto, lo inútil. Me exaspera lo pomposo y lo retórico.

Cuando busco e indago, o con deseo lo inquiero, me pregunto: “¿es oropel o es oro lo que quiero?” y conduzco mis pasos hacia el llano.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Soledad


Me sumerjo en el abismo incoherente de mi mente en busca de algún respiro, y no hay llave ni hay aldaba que me oculte lo evidente.

Con la soledad te cruzas en la calle y en los parques. En la Iglesia; en la cama y en los bares.

Con la soledad tropiezas en los entierros y bodas; en museos; acompañada y a solas. Llevas su marca grabada cuando te asomas al mundo. Y ya siempre va contigo adonde quiera que vayas.

Pues la soledad no es mito. ¿Cómo podría decirlo sin resquebrajarme?
La soledad te perfora, te taladra, te atraviesa, te acongoja.

La soledad es tiniebla.

Ni el amigo, ni el amante, ni cincuenta mil maridos consiguen zafarte de ella. Siempre se mantiene alerta. Es posesiva y celosa.

Hay soledades que oprimen, que aprisionan, que estremecen. Que te aplastan y te matan. Pero las hay requeridas, deseadas, mantenidas.

La soledad va por dentro, es la tortura del alma.