Ni sí, ni no, ni nítido, ni oscuro,
pues lo que nos aturde y se respira
depende del cristal con que se mira
y todo veredicto es prematuro.
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El cerebro es elástico, inseguro,
y suele sumergirse en la mentira,
pues ésta vuela cómoda y delira
disparando su acérrimo cianuro.
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El hombre es solo carne de cañón
que vive colapsado por los miedos;
el bulo será “okupa” de su mente.
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Con solo utilizar su seducción
lo irá dinamitando con enredos,
invadiendo su juicio fácilmente.
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