Oxígeno...
A veces el cerebro me sorprende
elaborando alguna greguería,
mas lo cierto es que siempre me chirría,
sin ingenio, sin brújula, sin duende.
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Es tal el desamparo que, por ende,
transfiero a mis neuronas picardía,
retazos de placebo y la bujía
que me encienda los versos que no enciende.
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Utilizo mi exigua inteligencia
para inyectarle oxígeno y sustento
cuando danza volátil, sin esencia;
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y barrunto la falta de talento
(el rastro inconfundible de solvencia
capaz de lubricar cualquier invento).
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