La
muerte no me impresiona
a
pesar de su prestigio
o
de su oscura leyenda.
Siempre
caminó conmigo
al
mismo ritmo que yo,
siempre
soportó mis guiños,
siempre
mis esquizofrenias
que
azuzaban el peligro,
siempre
mis bravuconadas,
a
sabiendas de que vivo
al
margen de sus propósitos
y
que asumo el recorrido
hasta
su tramo final.
La
vida es un bien efímero,
y
es con esa condición
que
emprendemos el camino;
porque
lo que nace muere
y
vuela del paraíso;
y
no hay dios ni ley ni ciencia
que
contradiga lo escrito;
tan
real como la lluvia
que
va formando los ríos
dirigiéndose
a la mar,
concluyendo
así su ciclo.
.
Me gusta este romance. Precioso en rima y medida además de su contenido que es muy acertado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Rafael. La verdad es que nunca sé si lo hago bien o mal. Normalmente pienso que lo hago mal, jejeje. Eres un encanto. :-)
EliminarLa vida, querida Teresa, es una suma casi infinita de momentos irrepetibles y su final debemos intuir cada momento, precisamente para disfrutar de la misma.
ResponderEliminarUn abrazo hacia el infinito...
Muchas gracias, Javier. Me encanta que lo veas así. La vida es maravillosa. Un abrazo grande para ti.
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