El
sol que me ilumina es el chispazo
que
va inyectando aromas en mi piel:
desde
el orto al ocaso, un carrusel
de
música dorada en mi regazo.
.
Con
el amanecer, un fogonazo
invade
sin mesura mi vergel,
como
un enorme ejército de miel
que
quisiera endulzarme con su abrazo.
.
Cuando
filtra sus rayos, con la aurora,
siento
que merodea mi cintura,
y esa
dulce oleada me devora,
.
me devora
hasta el punto, que me augura
una
gozosa tarde turbadora
entre
luces y sombras de locura.
.
Es que el sol es especial, sin duda.
ResponderEliminarUn abrazo poeta.
Gracias, Rafael. Soy muy mala con las alegorías. Esto era solo un ensayo. Un abrazo. :-)
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