Qué fácil es juzgar a los demás
sin sentir la más mínima inquietud;
y qué fácil curarnos en salud
dejándonos llevar, así, sin más.
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Qué fácil señalar con ligereza
la “profunda” ignorancia de la gente,
mostrando un intelecto deficiente
aquellos que presumen de agudeza.
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Qué triste carecer de la empatía
que impulsa a las personas a crecer,
porque esa es nuestra brújula, la guía
que hará posible un nuevo amanecer.
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Es que adoro a la gente, y reivindico
el placer de sentir lo que practico.
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Bonito soneto con mucha verdad en sus versos, felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo poeta.
Gracias, Rafael. Otro abrazo para ti.
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