Cuántas horas de espera, amado mío,
cuántas noches de vértigo esperando,
cuánto tiempo soñándote y soñando,
cuántas noches de lágrimas y frío.
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Cuánto deseo, cuánto escalofrío,
cuánta desesperanza voy gestando,
cuánto dolor, mi amor; y cuándo, cuándo,
cuándo podrás colmarme este vacío.
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Ven y gocemos juntos sin pudor.
Vente conmigo al cielo. ¡Ven, amor!
.
Corre, ven, que el amor ferviente llama;
urge que lo abracemos con premura.
Ámame con ardor, que la locura,
ávida de caricias, te reclama.
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