Hola, amor. Antes de nada,
mis besos te esperan tras la ventana
para acariciarte,
van envueltos de brisa
de la que se escapa de esta breve carta
rodeada de mar.
Y tú me dirás
que los presentías,
que hacía días que los esperabas,
y sabrás que te quiero,
que te quiero tanto
que no puedo más.
Y este folio cómplice contiene el suspiro
que acabo de dar (que también adivinas),
porque se estremecen
hasta las cortinas de tu viejo hogar.
Porque amar es eso:
sentirnos cercanos
aun estando lejos,
sentir el refugio de la complicidad.
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